Restaurante Yumay, un eslabón más de la mejor cadena de asadores

                                                                           
 El restaurante Yumay de Avilés, ya pertenece a la organización de maestros asadores más antigua del mundo: la Chaîne des Rotisseurs, fundada en 1248 y renaciendo con fuerza en los años 50 del pasado siglo XX.

Su bailli délégué (delegado) de La Chaîne des Rotisseurs en Asturias, el inquieto Carlos Guardado, a la sazón, cofrade fundador de la Cofradía del Colesterol de Avilés, impuso a Lola Sánchez Fernández, esposa de Justo García Castrillón propietarios ambos de Yumay, el Gran Collar de maître rotisseurs (maestra asadora).
También su marido, Justo, recibió la placa acreditadora con la que abro este post y que colgará, orgulloso, en el exterior o en las paredes de su afamada sidrería.

                                                                              
El ambiente, el de un viernes al mediodía, un viernes de final de mes, final o inicio de vacaciones (para los afortunados), un viernes crisis. Sin demasiada gente en la zona del bar, con algún parroquiano y varios de los amigos de la recientemente creada Sociedad Gastronómica de Yumay que se reúnen allí con cierta frecuencia. Hace poco se fueron al País Vasco, a saborear el queso idiazábal y en breve se irán a probar, en Galicia, el vino albariño.

De fondo, sobre una mesa, la rotunda presencia de los apreciados y riquísimos quesos de Gamonéu (del puerto), de unos seis, o siete kilos, que los habituales comensales saborean habitualmente en el restaurante, y a los que va a buscar personalmente Justo, allí, a las queserías de la zona.

                                                                                                                                                    
 También "decorando", una cartela con las Jornadas Gastronómicas del Jamón Ibérico. Se puede probar el ibérico de la Dehesa de Extremadura, el de Guijuelo, en Salamanca, el de Huelva, el de Los Pedroches en Córdoba, o el portugués de Alentejo, Los Barrancos.

Hábil con el cuchillo, el maestro cortador pacense, Jesús González León que se encargaba de rellenar con finura y calma, los platitos que se "quedaban en blanco" al poco de dejarlos en las mesas.

  

El sencillo acto, que estuvo conducido por Guardado, contó con la presencia del Delegado de Defensa en Asturias, el coronel Baldomero Argüelles y su mujer Margarita, siempre tan agradables; el secretario de la Cámara de Comercio de Avilés, Carlos García de la Torre, el portavoz de Foro Asturias en Avilés Pablo Sánchez Lorde, la presidenta de la Asociación de Guisanderas de Asturias, la simpática Amada Álvarez Pico, acompañada de su hija, la monísima Nerea Blanco y de sus amigos, Juanjo Martín y su esposa Begoña Corao y Juanjo Encinas



También entre los amigos y amigas de Carlos Guardado, se acercaron hasta allí la experta en Protocolo y siempre trabajadora Juana María García Iglesias y la encantadora Esther Llamazares, directora de la empresa de organización de eventos avilesina, Alefrés Congresos con las que poso en la foto de abajo, acompañadas del organizador del evento, también ataviado con su correspondiente collar de bailli délégé de la Chaîne des Rotisseurs.

                                                                                         
                                                                                  
 Pude hablar en un aparte con la encantadora Lola Sánchez, que por cierto, no intervino con sus palabras en el acto, pero a mí sí que me contó que lleva veinticuatro años al lado de Justo, en el restaurante, siguiendo, en un principio, los pasos culinarios de su suegra, Esther, "sin ella no hubiera sido lo que soy" me confesaba, y apoyada en la cocina por sus cuñadas, "viudas las dos", Esther y Mari Luz, con las que trabaja codo con codo y a quiénes "debe todo".

Lola es una mujer de trato muy agradable que antes de convertirse en una gurú de la parrilla y los fogones era administradora de profesión. 
En la foto de abajo, la parrilla de Yumay.

                                                                                 
 Me comentaba Lola, que le encanta hacer parrilladas de pescado y marisco, siendo ésta una de las especialidades más afamadas de Yumay, así como los arroces, a los que ella, como murciana que es, les da un toque especial: "un poco más seco" que el habitual arroz "un tanto caldoso" que hacemos aquí en Asturias, me explicaba con entusiasmo. 

Yumai es el primer restaurante de Avilés que se vincula a esta ilustre "cadena de asadores" y ella ha sido nombrada recientemente, "guisandera" de Asturias.
En la foto de abajo, Lola y Esther, una de sus cuñadas.

                                                                               
Al asomarme al comedor y a la cocina, para despedirme de ella, me encontré con Jesús Martín, segundo de Sala, que estaba colocando con cuidado, pues estaban técnicamente vivos, los bogavantes y las nécoras sobre el hielo, preparados para ser consumidos por los comensales. 
 Producto fresco y vivo el de Yumai, visto por estos ojos. www.sidreriayumay.com 

                                                                                
Cambiando de escenario y de tema, y como me apetecía dar un paseo por la bella Avilés y refrescarme en una terraza a la sombra, me acerqué hasta Llamber, en la preciosa Calle Galiana.


 Allí estuve hablando un rato con Francisco Heras, su propietario, un joven pero sobradamente preparado cocinero que ofrece suculencias nuevas, varidas, razonadamente sofisticadas, bien trabajadas y a un precio asequible.

La conversación, como todas las que se escuchan y mantienen con la mayoría de mortales, en estos tiempos que corren, monotemática o versando sobre temas del lugar: crisis, el Niemeyer, la baja ocupación turística...

                                                                                
Cervecita sin alcohol y hamburguesa de bonito: 5'05€. Bien todo, menos la cerveza, como siempre, para mi gusto, poco fría.

De fondo, y mientras revisaba las fotos que había hecho en el evento anterior y en mi paseo previo desde el parking por la Villa del Adelantado, no me quedó más remedio que tener que escuchar la conversación que mantenían, pegados a mí, una pareja de novios foránea con una lugareña. Los tres, jóvenes, en torno a los treinta.

Prácticamente podría haber formado parte de la conversación. Ganas no me faltaron y váis a entender porqué.

 Los ánimos que daba la lugareña para promover el turismo nacional hacia el Principado de Asturias, eran desoladores: "¿Cómo vas a decir a los madrileños que vengan a ver cultura?... ¡cultura la tienen allí, en sus monumentos!"(qué tendrá que ver la historia de Madrid con la de Asturias...pensaba yo...), o su escasa y lacónica defensa del ya reabierto Centro Cultural Internacional Óscar Niemeyer. 

Por mis venas de guía de Turismo del Principado de Asturias, la sangre corría como lava de volcán en erupción. No sabía si seguir mirando las fotos, mordisquear el trocito de bonito que quedaba, acabarme la cerveza, ya caliente, o participar vivamente de tan esperanzadora charla. 

¿No es desesperante lo mal que, en algunos casos, venden Asturias, algunos asturianos, de cara al turismo exterior?

Tal parecía que hablaba recitando de papagayo las consignas publicadas en algunos diarios sobre la maravillosa dotación que alegró la vida a los avilesinos y asturianos, turística y culturalmente hablando. Así me lo había confirmado (y yo lo sé de primera mano) Francisco Heras hacía unos minutos. 

Menos mal que tales desmanes en la promoción de nuestro turismo y nuestra cultura no fueron escuchados por la flamante consejera de Cultura, Ana González que, unos metros más abajo, descendía de un coche oficial que la dejó en la puerta del recién inaugurado Tierra Astur, en la Calle San Francisco, (yo había sido invitada, pero no pude acudir, ¡gracias, Lluis Nel!) para disfrutar, sin duda, de las nuevas instalaciones de esta estupenda sidrería, gerentada desde su macro emporio, por el genial empresario César Suárez Junco y patroneada de cerca por el hábil Lluis Nel Estrada

                                                                                   
El sol lucía con fuerza en Avilés. El Palacio de Balsera y Conservatorio Municipal Profesional de Música Julián Orbón, rehabilitado y remozado, daba gloria verlo. 

Cerca de mí, en una mesa contigua, un japonés leía con interés su guía sobre...imagino, ¿España, Asturias?, Lo siento, ¡no sé japonés! y en lo alto del soportal, en su hornacina, la Virgen del Carmen, o la Virgen de Galiana, como la llaman en Avilés, que preside ese tramo de la cañada, permanecía impasible, como desde principios del siglo XX, (aunque su imagen original fue sustraida a principios de la década de los años 30) ante los desánimos pronunciados y las crisis terrenales. 

¡Qué no habrán visto y escuchado ya, sus celestiales ojos y oídos!

                                                                                 

                                                                                       


                                                                                       

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