Adios a los ojos de Luis

Inicio mis contenidos en este blog con una crónica triste, por lo que supone hablar de alguien a quién apreciaba y que ya no está entre nosotros, pero a la vez teñida de la simpatía que me producía el personaje, una figura irreplazable en la historia de la Oftalmología en Asturias, y en el recuerdo de todos, un hombre con una alegría sin fin.
Ayer lunes, 23 de agosto, todos los asturianos y foráneos que hemos conocido al oftalmólogo Luis Fernández-Vega Diego, le hemos dado un cariñoso adios. Una despedida con una sonrisa, con afecto, y sabiendo que, allá donde vaya y donde esté, será recibido con ganas y con los brazos abierto, ya que, una persona tan afectuosa, buena y entregada a su profesión, divertido y dulcemente entrañable, se la quiere en vida y se la recuerda con gran afecto cuando ya no está. La Catedral de Oviedo vivió emociones en sus naves central y lateral, parecidas, imagino, a las tumultuosas de otras épocas. ¿Quién no estaba? Desde las más altas instituciones como la Casa Real, representada por Alberto Aza, junto con quién se sentó Menchu Álvarez del Valle, abuela de la princesa Letizia de Asturias, hasta políticos llegados de la capital, como Esperanza Aguirre, y los ex ministros Rodrigo Rato, o Francisco Álvarez Cascos, los locales: el presidente autonómico Vicente A. Areces acompañado por su esposa Soledad A. Saavedra, el consejero Ramón Quirós, la alcaldesa de Gijón Paz F. Felgueroso, el alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo y varios de sus concejales, entre otros, quisieron acompañar a la familia, a su viuda, la encantadora Mª Teresa Sanz, a sus hijos Luis, con su mujer Victoria Cueto-Felgueroso y Maite, con su marido Felipe Fernández, a los hermanos de Luis, Manuel, padre de Aruca, que llegó en compañía de su marido, Emilio Aragón, y a Álvaro, con su mujer, Conchita y todos sus hijos e hijas con sus respectivos cónyuges. Empresarios y amigos de la familia, como el arquitecto Emilio Llano, que fué con uno de sus hijos, José Velasco y su hermana Beatriz (Zebra), el Padre Ángel García, el periodista José Luis Balbín, el tenor Joaquín Pixán, que aportó su voz junto con la excelente participación de la Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo, los representantes de la Fundación Príncipe de Asturias, el presidente Matías R. Inciarte, la directora Teresa Sanjurjo y el director emérito Graciano García y a otras personalidades de la vida económica asturiana, como el presidente de Cajastur, Manuel Menéndez, el rector de la Universidad Vicente Gotor, o el fiscal general, Gerardo Herrero, entre otros muchos. En sillas de plástico, para el resto de amistades, antiguos pacientes o vecinos de Ceceda, nos apiñábamos todos, como definía el arzobispo Jesús Sanz que hizo una extensísima homilía en la que mencíonó al ciego de Jericó y adornó su plática con citas de Pavese y Martín Descalzo. La Banda de Gaitas Ciudad de Oviedo, escoltó el sobrio pero imponente féretro desde su llegada a la basílica, seguido por dos coches fúnebres repletos de coronas, y en su salida, en una calurosa plaza de la Catedral, en la que se oyeron, a su paso, algunos aplausos.
Querido Luis, tú que también curaste uno de mis ojos, a quién conocí también en tu ámbito familiar, a quién entrevisté en la radio y en la televisión, no te has muerto para nosotros. Como los seres como tú, vivirás siempre en nuestro recuerdo más vivo. Disfruta desde tu otro "miradorín del Fitín" ya que el terrenal, el del Parque de Purificación Tomás, se queda ahora un poco solo.

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